Entré en el Mirabal en segundo de infantil con tan sólo dos años y ahora 16 años después, termino una de las mejores etapas de mi vida. Eso no quita que también hayan sido los años más duros y cansados de los 18 años que tengo. Parece mentira que antes solo pensara en que llegase el verano para poder descansar del colegio, pero ahora cuando me doy cuenta de que he sido yo la que el pasado 27 de mayo se graduó se hace realidad.
Esto significa que en septiembre ya no voy a volver a ver mi querida clase con mi taquilla, ni voy a volver a caminar por los pasillos , ni voy a ver a todas las caras conocidas de amigos, profesores y otros alumnos, que me aportaban una sensación de pertenencia y seguridad; todo va cambiar y nos espera una nueva etapa completamente desconocida.
El colegio Mirabal al fin y al cabo ha sido como una segunda casa, dado que pasaba casi más tiempo ahí que en mi propia casa. Durante todo mi tiempo aquí he podido formarme en una variedad de aspectos, destacando un crecimiento a nivel académico, personal y también deportivo. Es tal el grado de importancia que ha tenido para mi que siempre recordaré pequeños detalles del colegio y me acordaré de todos los profesores y compañeros que me han marcado a lo largo de mi paso por este.
En 4°ESO decidí hacer el Bachillerato Internacional, cosa de la cual no estaba muy segura en aquel momento. Pero puedo decir ahora, una vez terminado, que no me arrepiento de nada y lo volvería a escoger una y otra vez.
Estos dos últimos años no han sido sin sacrificios, esfuerzo y duras horas de trabajo, que en ocasiones parecía que no servían de nada. Pero al final siempre llega la recompensa al esfuerzo y la dedicación.
En el IB no solo he probado un método de estudio diferente al que había recibido previamente en el cual he desarrollado habilidades clave para mi futuro, sino que, además, me ha hecho crecer como persona y enseñado a valorar más mi esfuerzo y trabajo. Una de las mejores cosas que he sacado del IB, por no decir la mejor, son las relaciones que se crean entre los alumnos y con los profesores. No es simplemente ir a una clase con otros estudiantes y un profesor que da una clase y tiene cero implicación con los alumnos. El IB era como una comunidad, una piña, donde todos nos ayudábamos entre todos y nos impulsábamos unos a otros para ser mejores. Esto crea un ambiente muy bueno, en el cual te sientes cómodo y tienes ganas de simplemente ir, lo que personalmente creo que mejora nuestro rendimiento. Todos los profesores al final son un apoyo más que te ayudan con lo que pueden, para que des el máximo y puedas recoger los frutos de tu trabajo.
En cuanto a mi camino, siempre he tenido claro que lo mío era una carrera en el ámbito biosanitario. Ahora bien, es una rama muy amplia y no sabía que carrera escoger porque siempre está el miedo de equivocarte de carrera y arrepentirte. Finalmente, me decanté por Biomedicina/Ciencias Biomédicas. En esta carrera la nota que piden es muy alta y ahí llegó mi estrés de qué ocurriría si no entrase. Una vez pasado todo el estrés de exámenes y de indecisión, te das cuenta de que lo importante es confiar en uno mismo y seguir adelante esforzándote para conseguir tus objetivos. Y quizá no lo consigas a la primera o cómo te lo habías imaginado en un principio, pero al final si de verdad quieres, encuentras la manera de hacerlo posible.